miércoles, 12 de marzo de 2008

Cuando un maestro se va...


Ese seductor nato, ese periodista implacable, ese rebelde sin pausa, ese petiso atrevido, ese hombre... Jorge Guinzburg
¡Qué bueno es el destino en haber puesto gente como él para que nos precedan!, así es más fácil encontrar el camino. Nos dió mucho, nos enseñó, nos hizo reír mucho, y siempre estará presente. Tengo un amor muy grande por él, se lo pude declarar por suerte. Y aunque el nuestro fue un romance frustrado (por él) me consta su generosidad, su grandeza.
Fue el primero en reconocerme como ¨colega¨ cuando me lo escribió en una dedicatoria. ¡Imagínense mi cara! tuve que confesarle que para mí era demasiado grande que me dijera eso. Él ni se inmutó y empezamos a coordinar una futura nota, que finalmente no concretamos. Pero sí mantuvimos contacto vía mail hasta diciembre pasado, cuando me dijo que lo hicieramos en esos días.
Su salud y mi obsesiva costumbre de ¨esperar el momento indicado¨ se combinaron mal. Pero en la investigación que hasta hoy sigo haciendo de su trayectoria, aprendí muchísimo. Me queda el mejor recuerdo de él, el de haberme recibido en su estudio, de decirme cosas muy lindas, y de haber confiado en mí cuando le dije que estaba haciendo periodismo. Ojalá un día pueda sentirme realmente una ¨colega¨ de un tipo como él. ¡Gracias maestro!

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